¿Vale la pena salvar el Judaísmo?

(Selección extraída de “Entre el Cielo y la Tierra”, por Rav Aryeh Kaplan, © Moznaim Publishing Corporation)

“Y en cuanto a Mí, este es Mi pacto con ellos, dice, el Eterno: Mi espíritu que está sobre ti, y Mis Palabras que he puesto en tu boca, no se apartarán de tu boca, ni de la boca de tu simiente, ni de la boca de la simiente de tu simiente, dice el Eterno, desde ahora y por siempre.” (Isaías 59:21)

Muy a menudo los judíos expresan su orgullo de ser judíos. “Estoy orgulloso de ser un judío” es un dicho común. Una vez escuché acerca de un Rabi que era un poco escéptico acerca de esto y por consiguiente utilizaba una informal prueba como “detector de mentiras” para determinar si la gente era sincera cuando expresaban su orgullo de ser judíos. Si, durante el curso de la conversación con el Rabi, la persona declaraba “soy judío y estoy orgulloso de serlo”, el Rabi tenía una respuesta estándar. El les decía: “Me alegro de que esté orgulloso de ser judío, ya que ciertamente usted luce como tal”. Al principio la persona miraba al Rabi para comprobar si simplemente se trataba de una broma. Cuando notaba que el Rabi había hablado muy en serio, su cara se tornaba roja de vergüenza y emitía una falsa carcajada. La persona probablemente estaba orgullosa de ser judía, o al menos eso es lo que decía, pero ciertamente no estaba muy orgullosa de un lucir judío. Este incidente tuvo lugar una y otra vez.

Si a una persona no le gusta cómo luce, probablemente, tampoco le guste cómo es. La auto-imagen física de un hombre es un indicio muy revelador de su auto imagen general. El pequeño experimento del rabi parece demostrar que muchos judíos no se gustan demasiado a sí mismos. No importa lo que digan, interiormente son infelices acerca de su condición judía. Y si este es el caso, surge una pregunta muy legítima: ¿Vale la pensa salvar el judaísmo?

Muchos jóvenes judíos se preguntan precisamente este interrogante. Mientras que la generación mayor se cuestiona acerca de la posibilidad de supervivencia del judaísmo, las más jóvenes se preguntan si es realmente necesario. ¿Vale la pena salvar el judaísmo? La mayoría de las barreras entre las religiones han sido derribadas; existen muy pocas diferencias entre sus amigos judíos y gentiles. Mucha de nuestra juventud ha abandonado el judaísmo sin remordimiento de conciencia y son numerosos los que se casan fuera de su fe sin el menor sentimiento de culpa.

El problema se convierte particularmente agudo en el área del matrimonio mixto. Mucha gente joven, todos muy enamorados, me han pedido que los case. Cuando una pareja mixta, uno judío y el otro gentil, me lo solicitan, aunque entiendo por lo que están pasando, debo contestarles muy tristemente que no puedo llevar a cabo la ceremonia. Cuando me preguntan por qué el judaísmo no puede reconocer el amor que siente el uno por el otro, les digo, honestamente, que se trata de una ley religiosa judía. El Judaísmo no reconoce la existencia del matrimonio de un judío con un no judío de ninguna manera.

A veces ellos persisten: “¿Y qué ocurre si consultamos con otro rabi para que lleve a cabo la ceremonia?” Entonces les respondo que no existe ceremonia alguna en el mundo que pueda ilegitimizar dicha unión. La ley judía consideraría a dicha pareja como no casada; estarían viviendo en un pecado. Cuando me preguntan cómo el judaísmo puede ser tan prejuicioso, mi única respuesta, la única respuesta, es que el pueblo judío ha sido siempre una minoría muy pequeña; si el casamiento mixto fuera permitido libremente el judaísmo no hubiera mantenido su identidad y si hubiese desvanecido hace ya mucho tiempo. Invariablemente, esta pareja que está tan personalmente afectada por mi declaración, me plantearán preguntas muy enfáticas: “¿Es deseable que el judaísmo existe como una entidad separada, apartada del mundo no judío? Si verdaderamente creemos en la igualdad y la hermandad de todos los hombres ¿por qué debemos separarnos por barreras religiosas?”

Responder a tales interrogantes es en realidad muy difícil porque, aunque lleguemos a comprenderlos, son de muy dificultosa internalización, Estas preguntas no son el resultado de nuestra propia experiencia. Para nosotros, el judaísmo posee connotaciones fuertemente emocionales y nosotros tenemos un interés muy grande en la supervivencia judía. Todavía recordamos a nuestros abuelos; hemos vivido a través de los más trágicos momentos de la historia judía y algunos de los más gloriosos.

El judaísmo tiene una historia, una cultura y un idioma; una tierra, instituciones y organizaciones. El judaísmo posee una muy fuerte dimensión étnica e incluso puede ser experimentado en términos de emoción y nostalgia en una dimensión estética. Por lo tanto nuestra respuesta inmediata es: ¡Por supuesto! ¡El judaísmo debe sobrevivir! ¡Por supuesto que vale la pena salvarlo! Nos sorprende inclusive la formulación de la pregunta.

Sin embargo no todos los jóvenes judíos comparten esta adhesión. Muchos no están interesados en nuestro trivialismo emocional. Buscan una respuesta lógica que tenga sentido para 'ellos' y que sea relevante a 'sus problemas'. Más antes de contestar la pregunta si debe el judaísmo sobrevivir, debemos hacer que nuestra juventud dirija su atención a otros cuestionamientos relacionados con: ¿es bueno el judaísmo? ¿Vale la pena el judaísmo? ¿Tiene algo que ofrecer al mundo? Y aun más importante: ¿tiene algo que ofrecerle al judío? Solo entonces podemos preguntar qué responsabilidad, si es que existe alguna, tiene el judío de preservar su fe.

Puede argüirse que los judíos tienen una deuda con su pasado y con los millones de mártires que han entregado sus vidas por el judaísmo. ¿Cómo se puede abandonar una fe por la cual tanta gente perdió su vida para preservarla?

La carga emocional de este argumento es tan grande que es muy fácil perder de vista su debilidad lógica, Vidas, por sí solas no hacen que una causa sea digna. Personas también han dado su vida por causas inútiles e incluso malvadas. La gente sacrificó su vida por el Nazismo, el Comunismo, y por la preservación de la esclavitud en el sur. Pero ninguno de nosotros consideraría a ninguna de estas causas como dignas de morir por ellas, de luchar por ellas o de ser conservadas.

Al examinar el pasado, encontramos qué la causa del judaísmo tiene para ofrecer tanto al judío como al mundo. El judaísmo aportó al mundo la Biblia, y la 'ética judeocristiana', favoreciendo el desarrollo de la más exitosa cultura sobre la faz de la tierra. Pero insistir en que el judaísmo merece vivir debido a sus logros pasados es un argumento inválido. ¿Puede un anciano reclamar que merece vivir por siempre por tener grandes logros en su juventud? De hecho, muchas culturas han contribuido de gran manera con la civilización y luego desaparecieron. ¿Debemos también revivirlas y preservarlas?

Algunos pueden argumentar que el judaísmo merece una consideración especial, ya que su contribución fue exclusiva. La Biblia ha dado al mundo el sistema ético más satisfactorio; no una pieza de museo sino una vibrante porción de la cultura universal. Después de todo no es necesario ser judío para beneficiarse del estudio de la Biblia.

Existen variados elementos fuertemente emocionales para justificar la supervivencia judía, mas los argumentos lógicos son mucho menos frecuentes. Recurramos a nuestros grandes pensadores y filósofos de antaño quienes seguramente han reflexionado acerca de este problema. A medida que se investiguen sus bastos escritos, sorprenderá descubrir que la pregunta nunca ha preocupado a los judíos. Ellos creían firmemente en Di-s y que Este tenía una misión especial para los judíos, la cual duraría para siempre. Nuestros sabios no se preguntaban si el judaísmo debía sobrevivir. Si Di-s quiere que sobreviva, entonces sobrevivirá. Creer en Di-s y creer en el judaísmo siempre han sido sinónimos. Es aquí dónde yace el problema.

Demasiados judíos no tienen compromiso con Di-s; el Creador es raramente tomado en consideración en lo que sea que hagamos. Uno puede afirmar su creencia en Di-s, mas se considera ingenuo que una persona tome a Di-s seriamente en 'asuntos prácticos'. Ya que la supervivencia judía es un asunto muy práctico, entonces de hecho Di-s debe ser dejado de lado. Las dimensiones teológicas del judaísmo son precisamente aquellas que son consideradas con menor seriedad.

Más hay algo que debemos recordar. El judaísmo tiene un modo específico de comprender el mundo. Sin tomar en cuenta esta perspectiva, y a la fría luz de la objetividad, el judaísmo se torna carente de significado. Es solamente historia, una reliquia, una simple pieza de museo. Cuando se reniega de la memoria y las emociones, no existe una razón lógica para la existencia del judaísmo. Para justificar al judaísmo se debe incluir a Di-s. Sin El  judaísmo es solamente una trivialidad. Si el judaísmo es digno de ser salvado, debe ser un pensamiento vivo, una filosofía para la comprensión del mundo firmemente enraizada en el Di-s de Israel.

El judaísmo no sólo ofrece un propósito para el presente, sino también una promesa para el futuro, la promesa mesiánica formulada por un Di-s sobrenatural, de manera sobrenatural. Es una promesa que incentivo la imaginación, que acelera el pulso. Es la promesa de Di-s que el mundo ha de convertirse en un lugar mejor; que la guerra y la rivalidad, la injusticia y la opresión desaparecerán. Existirá un mundo nuevo y el judío será su forjador. Un gran espíritu profético equiparable al que reinaba al ser entregada la Torá, retornará cuando todos los judíos vivan pacíficamente en Israel.

¿Quién está mejor capacitado que el judío para enseñarle al mundo ideales mesiánicos? ¿Quién es más apto para enseñar paz al mundo que el judío? ¿Quién no tuvo un ejército por un período de más de mil ochocientos años? ¿Quién está más calificado que el judío para enseñar al mundo la justicia, quien la mantuvo en el más alto plano durante toda su existencia? ¿Quién es el más apropiado que el judío para enseñar al mundo la hermandad, tras haberla activamente predicado en una época en la que la igualdad del hombre era casi desconocida? ¿Quién es más adecuado que el judío para construir un nuevo mundo, tras haber proclamado siempre que Di-s renovará la existencia? Un judaísmo fuertemente enraizado en el D-os de Israel tiene mucho para enseñar al mundo.

El Talmud nos enseña que existen tres etapas principales en la historia judía. La primera, el periodo bíblico, desde Abraham hasta la destrucción del Segundo Templo en el año setenta, y en la cual el judaísmo destacó sus enseñanzas universales. Estas enseñanzas fueron luego entregadas al mundo a través del Cristianismo y del islam. La segunda etapa, el período talmúdico, abarca desde la destrucción del Segundo Templo hasta el retorno de los judíos a Israel. Este fue un período en el que el judaísmo se dedicó a sí mismo y construyó un tesoro ideológico de fuerza interior. Ahora nos aproximamos al tercer período, el de la era mesiánica, cuando el judio se asentará nuevamente en su propia Tierra, listo para proclamar al mundo su mensaje universal.

Durante la primera etapa el judaísmo era un gusano alimentándose cómodamente del árbol de la vida. En la segunda etapa el judaísmo se retiró a su capullo de alta realización. Ahora, la mariposa está preparada para emerger, remontar a hasta las más elevadas alturas y para cargar consigo al resto del mundo. ¿Vale la pena salvar al judaísmo? No. No mientras nos sintamos obligados a formular la pregunta. Pero con la ayuda de Di-s el judaísmo existirá. Y en el plan de Di-s, el judaísmo debe existir.

Se evidenciará que se trata del acontecimiento más importante jamás sucedido.