Respeto al prójimo

 

 

En Masejet Taanit hoja 20 encontramos un relato el cual nos explica muy bien como debemos tratar y juzgar a nuestro prójimo.

 

Un Talmid Jajam llamado Eleazar Ben Simón, estudió en una Yeshiba por muchos años de tal manera que sabía tanto que se convirtió en un gran Rab y entonces lo llamaron Rabi Eleazar Ben Simón.

 

Rabi Eleazar quería regresar a su casa para ver a sus padres, compró un burro para transportarse y salió al camino hacia su pueblo.

 

El camino era muy largo, pero aún así el Rab iba muy cómodo montado en su burro e iba pensando:

 ¡Qué bueno que estudié tanta Torá!, y así cuando llegue a casa voy a tener varios alumnos que van a querer estudiar conmigo.

El Rab estaba muy orgulloso de haber estudiado tanto.

 

De pronto en el camino el Rab se topó con un hombre que estaba muy feo a la vista, con ropas sucias, con cara deforme y con movimientos  raros.

El Rab nunca había visto a un hombre como el y no le era nada agradable mirarlo.

 

El señor feo saludó al Rab: “ Shalom aleja Rab”

El Rab pensó que el hombre se comportaba groseramente y sin respeto, y pensó que esa no era la manera de saludar a un Talmid Jajam. El Rab pensó que la intención del feo era burlarse del Rab. Consideró que no solo era feo por fuera sino que su conducta también era fea.

 

El Rab no le contestó el saludo y le dijo:

“ ¡Mal educado!, ¡Que feo eres!”, “¿Acaso todas las personas de tu ciudad son así de feas?”

El hombre contestó:

“No se, pero si no te parece como soy ve con el artista que me hizo y dile que qué fea esta la obra que hizo”

 

Rabi Eleazar pensó:

¿Quién hizo a este hombre? ¿Quién sino Hazem que creo a todos los hombres?

¡Que mal hice en hablarle de esa forma!

 

El Rab se arrepintió y se sintió muy mal de lo que había dicho. En seguida se bajo del burro, se inclinó ante el hombre y le dijo:

“Por favor disculpame. Tú fuiste más justo que yo. No me comporté bien y te dije cosas muy feas. Por favor no te enojes conmigo.”

 

Pero el hombre no quiso escuchar y le contestó:

“No te voy a perdonar hasta que vayas con el artista que me hizo y le digas: ¡Que fea obra hiciste!

El feo se dio la vuelta y no quiso ni siquiera  mirarlo.

 

Rabi Eleazar fue detrás de el pidiéndole disculpas pero el hombre no le hizo caso.

Finalmente llegaron hasta la ciudad donde había mucha gente esperando a Rabi Eleazar. Todos querían honrarlo y saludarlo.

Cuando la gente lo vio fueron hacia el y le dijeron: “! Shalom aleja Rab!” , nuestro maestro. Todos lo trataban con mucho respeto.

 

El hombre feo le preguntó a la gente: “ ¿A quién llaman ustedes Rab y maestro con tanto respeto?”

Y le contestaron: “Al hombre que va detrás de ti. ¿Qué no sabes que el es Rabi Eleazar, un gran sabio que regresa a la ciudad después de haber estudiado mucha Torá?

 

El feo dijo: “Si él es un rab y un sabio, ojalá que no haya muchos como el en Israel.”

Las personas del pueblo se sorprendieron y le preguntaron porqué decía eso.

El les contó lo que había pasado, como había saludado al Rab y como el Rab no le contestó el saludo sino que lo ofendió.

 

Las personas del pueblo le dijeron: “De todos modos perdónalo en honro a toda la Torá que el sabe”

El hombre aceptó y dijo: “Solo porque ustedes me lo pidieron lo voy a perdonar con la condición de que no vuelva a comportarse así”

 

Rabi Eleazar se alegró mucho de que el hombre lo hubiera perdonado y fue directo al Bet Midrash a dar clases. Lo primero que enseño a sus alumnos fue: “El hombre siempre debe de ser suave como un tallo de caña y no duro como un cedro”

Desde entonces Rabie Eleazar no volvió a ofender a nadie.

 

Este pequeño relato habla de varios temas que es muy importante analizar y que explica mucho acerca del trato que se le debe de dar al prójimo.

 

Primeramente hablaremos del mal juicio que le hace Rabi Eleazar al hombre. La apariencia del hombre provocó que el Rab pensara que el feo lo saludo con una mala intención y que le faltó al respeto siendo completamente lo contrario. A pesar que el Rab se da cuenta de su error ya es muy tarde para que el hombre feo lo perdone por voluntad propia.

 

En el principio del cuento vemos como el Rab por el simple hecho de saber mucha torá piensa que es superior a el, pero no esta mal que sepa Torá al contrario esta muy bien pero lo que este Rab no sabía era comportarse y respetar al prójimo.

Existe un pasuk en el Pikei Avot el cual dice: “Im ein Derej Eretz ein Torá ve Im ein Torá en ein Derej Eretz”

Este pasuk nos enseña que no por saber mucha Torá estamos justificados a tratar a la gente como inferiores o a dar malos juicios, sino al contrario debemos de evitar ser arrogantes y ser más humildes y siempre tratar de enseñar lo que sabemos con nuestro comportamiento.

 

Otro punto importante que toca el relato es la frase que el Rab Eleazar dice al final:   “El hombre siempre debe de ser suave como un tallo de caña y no duro como un cedro”. Este pasuk lo que nos quiere explicar es que el hombre al ser como caña, y esto se debe a varias razones. La caña es flexible y es de esa manera como debe de ser el hombre flexible y tolerante hacia las demás personas y nunca ser fuerte y arrogante con los demás.

 

Una explicación a esta frase que está escrita posteriormente en Masejet Taanit es que la caña tiene más méritos que el cedro ya que la pluma que se utiliza para escribir Sifrei Torá, Tfilim y mezuzot esta fabricada de un material que se saca de la caña.

 

En conclusión debemos de aprender a pensar primeramente en nuestro prójimo y ser completamente flexibles ante cualquier situación sin ser egoístas y siempre con disposición a ayudar. Y siempre tener presentes lo que dijo Rabi Akiva y lo que se puede considerar una de las bases de nuestra Tnua: “Veahabta Lereaja Kamoja, Ze Klal Gadol BaTorá”